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Manual urgente para periodistas que no quieren callar

No se trata solo de informar. A veces se trata de seguir con vida, de resistir, de publicar a pesar del miedo. Este es un manual breve y urgente para quienes no tienen garantías, pero deciden contar lo que pasa.

Por Jhonny Anona

En Guatemala el periodismo es una profesión de riesgo. Lo ha sido siempre. La larga cadena de gobiernos autoritarios y al menos 342 periodistas asesinados, así como 126 detenidos-desaparecidos durante el conflicto armado interno, dan cuenta de esta realidad, según el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM).

Pero los riesgos no terminaron con la Firma de la Paz. Hoy, periodistas comunitarios, independientes y redacciones enteras son blanco de amenazas, campañas de desprestigio, criminalización y vigilancia. En las bases de datos que Plaza Pública elaboró, se reportan 25 periodistas asesinados en los últimos diez años en el país.

El ejercicio del periodismo no implica un riesgo exclusivo de contextos de guerra. La mayoría de los asesinatos de periodistas en el mundo ocurren en entornos locales. Según Reporteros Sin Fronteras y la Unesco, desde 2005 se han registrado más de 750 asesinatos vinculados al trabajo periodístico a nivel global. En el 95% de los casos, las víctimas eran reporteros locales, y la impunidad supera el 90%. En Guatemala, las agresiones provienen con frecuencia de autoridades locales (municipales), actores políticos, fuerzas de seguridad o estructuras criminales que consideran amenazante la cobertura de ciertos temas.

En una encuesta realizada por Plaza Pública, 64 de 79 periodistas respondieron que se sienten bajo mayor vigilancia y criminalización por ejercer su trabajo. Como ejemplo, mencionan a colegas exiliados, amenazados y procesados judicialmente, así como la poca accesibilidad a fuentes oficiales y el acoso en redes sociales.

Los periodistas encuestados consideran que la violencia ha aumentado

Según encuesta realizada por Plaza Pública. Los resultados se limitan a la población encuestada.

Quienes trabajan con contratos en medios afirman que, en algunos casos, reciben acompañamiento ante problemas y que se ofrecen capacitaciones para reducir riesgos. Sin embargo, esto no ocurre siempre: algunos reportan indiferencia por parte de sus superiores, o muestras públicas de apoyo pero sanciones internas cuando se enfrentan a situaciones de riesgo. Por otro lado, quienes ejercen el periodismo de forma freelance o independiente no cuentan con ningún tipo de respaldo institucional.

Este texto busca ofrecer algunos consejos prácticos que, aunque no garantizan seguridad absoluta, pueden ayudar a reducir esos riesgos.

Antes de salir: la importancia de prepararse a fondo

Reportear en Guatemala tiene sus propias aristas. Lo sabe Ana Carolina Alpírez, periodista y directora de Ojoconmipisto, medio que fiscaliza municipalidades y trabaja con reporteros locales. Para Alpírez, todo comienza con lo básico: hacer un análisis de riesgo consciente. “Identificar cuáles son los riesgos y cuáles pueden ser los puntos sensibles. Si pasa algo, tu equipo debe saber qué hacer”, señala.

Una buena comunicación con la persona editora es fundamental. Debe saber siempre a dónde se va, con quién se reúne y a qué hora. Alpírez recomienda que las entrevistas se hagan en lugares públicos y que la fuente sepa que alguien más está al tanto del encuentro.

Pocos medios cuentan con protocolos de seguridad. No Ficción es uno que sí los tiene. Su codirector, Oswaldo Hernández, explica que antes de publicar una investigación delicada realizan una evaluación legal, revisión de riesgos digitales y psicoemocionales, y análisis del contexto. Si hay indicios de peligro, activan redes de apoyo, contemplan acompañamiento psicológico e incluso la salida del país. Nada se publica sin intentar obtener la versión de quienes aparecen en la historia. Nada se deja al azar.

Hernández recomienda a periodistas que publican por cuenta propia hacerlo con ética y rigurosidad, y buscar el apoyo de una editora o editor, además de cuidar la credibilidad mediante fuentes confiables y documentos.

Ir con identificación es necesario, pero también contar con contactos para actuar en caso de emergencia. Abogados aliados, defensores de derechos humanos y colectivos creados por periodistas han sido refugio para comunicadores en riesgo.

Ante la ausencia de protección estatal, estas son algunas organizaciones en el país a las que acudir en caso de emergencia:

En caso de detención por la Policía Nacional Civil u otras fuerzas, una llamada es clave: al editor y poner en altavoz a alguien de confianza “cambia la reacción del otro”, sugiere Alpírez.

Tal como señala el informe Guatemala: Estado contra la prensa y libertad de expresión, elaborado por las organizaciones Centro Cívitas, Artículo 19 y Artículo 35, es necesario diferenciar las violencias a las que están expuestos los periodistas según su contexto y género. Mujeres y periodistas departamentales reciben violencias específicas que deben atenderse de forma diferenciada. Un ejemplo es el caso de Rolanda de Jesús García, periodista comunitaria y corresponsal de Telesur. En 2018, mientras investigaba la situación de las comunidades q’eqchi’ afectadas por megaproyectos en Cahabón, Alta Verapaz, fue retenida por trabajadores de la empresa hidroeléctrica Oxec.

La amenazaron de muerte, y los agresores le advirtieron que si continuaba con su labor periodística, la violarían y luego la arrojarían al río. En 2024 uno de los agresores, Rolando Chun Tzir fue condenado a cuatro años de prisión conmutables, lo que la periodista consideró una burla. Este tipo de violencia, con componentes de género, sexualidad y territorialidad, da cuenta de los riesgos agravados que enfrentan las mujeres periodistas en zonas rurales.

Las opciones para ellos y ellas se limitan. La mejor defensa ha sido evitar cubrir el municipio de pertenencia, sobre todo en comunidades pequeñas, y no tocar casos de narcotráfico y crimen organizado. “No se puede pedir cubrir estos temas si no hay condiciones de seguridad”, menciona Alpírez.

Por eso, tener números telefónicos de organizaciones, planificar la salida y avisar a un contacto de confianza dónde se estará y con quién, no son opciones sino necesidades. Para contrarrestar esta censura autoimpuesta, el informe hace un llamado a la organización gremial solidaria para desarrollar planes y herramientas que permitan la autogestión de la seguridad por parte de los periodistas.

Sí hay mas vigilancia, criminalización y represión contra periodistas

Según encuesta realizada por Plaza Pública. Los resultados se limitan a la población encuestada.

Varios de quienes respondieron nuestra encuesta notaron que hubo cambios en la forma que toma la violencia. Con frecuencia, se mencionó el uso de redes sociales para ejercer la violencia, así como el riesgo de ser criminalizados: es decir, de la instrumentalización de la persecución penal. Los datos dan cierto respaldo a la idea de que la violencia se ha tornado digital, aunque no es un aumento lineal.

Seguridad digital: cómo proteger el trabajo (y la vida) en línea

Luis Assardo, periodista y experto en seguridad digital, ha acompañado a decenas de colegas en riesgo alrededor del mundo. Su experiencia en Reporteros Sin Fronteras le ha dejado claro que la clave está en anticiparse.

“Las soluciones no son complejas ni requieren software costoso”, explica. “Lo importante es entender qué tipo de riesgo se enfrenta y actuar con anticipación”.

Un periodista que enfrenta acoso legal y cruza una frontera sin haber protegido adecuadamente su información puede verse obligado a entregar contraseñas, incluso enfrentando torturas por negarse. Sin embargo, con preparación previa, como resguardar datos en una nube segura y presentar un teléfono “limpio”, puede pasar el control sin poner en riesgo a nadie.

Lo mismo ocurre ante allanamientos, como los que han sufrido medios en Guatemala. “Si en ese momento alguien piensa cómo proteger la información, ya es demasiado tarde", advierte Assardo. Recuerda un caso donde computadoras tenían post-its con contraseñas visibles. “Esos descuidos ponen en riesgo no solo la información, sino la vida y la seguridad de las fuentes", enfatiza.

Para Assardo, la protección digital se sustenta en tres ejes fundamentales:

El primero es la identidad digital del periodista. Esto implica tener contraseñas seguras, únicas y actualizadas, usar administradores confiables como KeePassXC, y comprender qué datos revelamos sin darnos cuenta al interactuar en redes, servicios de mensajería o formularios.

El segundo eje son los dispositivos y la información que contienen. No es lo mismo enfrentar a un ladrón común que busca robar un celular, que a un fiscal con facultades para allanar una redacción. Según el perfil de amenaza, la estrategia varía: desde cifrado fuerte hasta eliminar información sensible antes de salir al terreno. También recomienda contar con dos dispositivos para separar lo personal de lo laboral.

El tercer eje corresponde a las comunicaciones digitales: correos electrónicos, mensajes instantáneos y cualquier intercambio en línea. “Lo ideal es alejarse de plataformas comerciales como Gmail o WhatsApp cuando se maneja información delicada”, señala Assardo. El problema no es solo el contenido, sino con quién se comunica uno. Empresas como Google o Meta no venden directamente la información, pero almacenan patrones de comportamiento y contactos. Si un gobierno autoritario solicita acceso a la cuenta de un periodista, puede obtener registros de sus conexiones, incluso si el periodista no dijo nada comprometedor. “En contextos donde se criminaliza el periodismo, una simple asociación puede costarte muy caro", advierte.

Para proteger las comunicaciones, Assardo recomienda sistemas cifrados por defecto como ProtonMail, que además ofrece VPN, almacenamiento cifrado y calendario seguro. En mensajería, sugiere Signal, que aunque es similar a WhatsApp, es más difícil de vulnerar. También menciona herramientas como VeraCrypt para cifrar discos duros y CryptPad como opción segura para almacenar documentos en línea, alternativa a Google Drive.

Por último, aborda la vigilancia en redes sociales, la más visible pero también la más masiva y peligrosa. “Empiezan con un usuario y siguen a otro, armando árboles de conexiones: nombres en Twitter, Facebook, perfiles duplicados con otros nombres”, dice. Esta práctica, conocida como inteligencia de fuentes abiertas u Open Source Intelligence (OSINT), se utiliza tanto para investigar como para vigilar a periodistas.

Además, existen métodos más sigilosos, como la infección de dispositivos a través de memorias USB o enlaces maliciosos, que permiten acceder a archivos, contactos y correos para ataques posteriores. En Guatemala, las filtraciones privadas en cuentas troll suelen ser resultado de estas intervenciones. Assardo explica que este modelo de acoso ha evolucionado: ya no son solo net centers sino firmas de abogados que operan en tribunales y redes simultáneamente, con una estrategia más pulida, intimidante y peligrosa.

En contextos como el guatemalteco, donde la vigilancia, el hostigamiento y la criminalización del periodismo forman parte de la jornada diaria, la seguridad digital no puede tratarse como un detalle técnico o algo opcional. Es una forma concreta de cuidado colectivo. No se trata de acumular herramientas, sino de saber qué información proteger, cómo hacerlo y con quién compartirla. Prepararse no elimina los riesgos, pero los vuelve manejables.

Cuidar la cabeza (y el cuerpo)

Cuidar la salud mental no es un lujo, es una herramienta esencial para el trabajo periodístico. Antes de salir a una cobertura compleja, Reporteros Sin Fronteras recomienda prepararse tanto emocional como físicamente. Esto implica formación, familiarizarse con el contexto, mantenerse en buena forma física, hablar con personas de confianza y tener en orden la vida personal. Si emocionalmente no se está listo, rechazar la cobertura es válido. También es importante identificar aliados en el terreno y contar con redes de apoyo que brinden respaldo, en especial si se viaja solo o sin el amparo de un medio.

Parece una obviedad, pero no lo es: descansar lo suficiente, alimentarse bien, hidratarse y moverse son cuidados básicos que muchos periodistas descuidan durante las coberturas exigentes. El Manual de seguridad para periodistas de Reporteros sin Fronteras los señala como medidas esenciales para que el cuerpo pueda resistir el estrés. El bienestar emocional también requiere rutinas sencillas para relajarse: escribir, hablar con alguien de confianza o simplemente reír.

Al regresar, se aconseja tomarse unos días para “descomprimir” antes de retomar la rutina habitual, conectar con personas que han vivido experiencias similares y no temer a pedir ayuda profesional. “Establece contacto con quienes hayan pasado por situaciones parecidas y con quienes puedas charlar o simplemente compartir un rato sin tener que dar explicaciones,” señala el manual.

En Guatemala, organizaciones como los Ciclos de Actualización Periodística (CAP), la Red Centroamericana de Periodistas y No Nos Callarán ofrecen ayuda psicológica gratuita a periodistas. Desde TuConsejería, la clínica que brinda las terapias, advierten que señales como pensamientos intrusivos, repetitivos o catastróficos; dificultades en las relaciones interpersonales (enojo, celos, aislamiento); y pérdida de interés o placer, son indicadores para buscar apoyo psicológico.

“No hay una solución única para afrontar el malestar,” dice Júlia Torrents, terapeuta de TuConsejería. “Todo depende de la historia, el cuerpo y las creencias de cada persona.” Si aparece el sentimiento de culpa, es importante recordar que es una respuesta orgánica del cuerpo, no una falta de carácter. Torrents recomienda técnicas de mindfulness, caminar prestando atención al entorno y reconectar con el presente. “Pero si los síntomas son muy intensos, el camino es la terapia profesional", concluye.

El ejercicio del periodismo en Guatemala implica enfrentar riesgos constantes. También exige preparación y protección. Las herramientas compartidas por periodistas y especialistas ayudan, aunque no garantizan protección total.

La solidaridad entre periodistas y el acceso a apoyos especializados son fundamentales para informar en contextos adversos.

Seguir adelante con precaución y convicción es la mejor manera de garantizar que la labor periodística siga siendo un derecho y una herramienta de cambio.